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PATRIMONIO CULTURAL DE ATARFE

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En relación a los primeros rastros de civilización en el municipio de Atarfe, han sido hallados diversos restos arqueológicos que datan de tiempos remotos, como corresponde a un área de continuos poblamientos.

Así lo atestiguan los vestigios paleolíticos de cultura musteriense (paleolítico medio, 88.000-55.000 años) que han sido encontrados en cuevas como el Abrigo de los Cabezones o Cueva Colomera. Otros restos prehistóricos y protohistóricos serían los de Cultura Argárica (Edad de Bronce, 2500-1500 a.C.) en el Cerro del Castillejo y de Cultura Ibera (VII-III a.C.), próximos al Cerro del Sombrerete.

Más concretamente serían pobladores iberos bastetanos, que se agrupaban en pequeñas ciudades fortificadas y en cuya sociedad existían unas diferencias sociales acusadas.
Posteriormente, y a partir del siglo III a. C. comenzó la romanización del área granadina. Los romanos constituyeron asentamientos tanto en los alrededores del Cubillas (Caparacena), como en Sierra Elvira, de los que se han encontrado restos en los Baños de Sierra Elvira y en los alrededores del Cortijo de Marugán (necrópolis tardorromana) y Cortijo de las Monjas.

En las fuentes históricas se denominaría esta zona como “Municipium Forentinum Illiberritanum”, aunque hoy en día se tiende a considerar que Iliberris estaría ubicado en el Albaicin de Granada y en Atarfe se localizaría el núcleo de Castilia. Uno de los acontecimientos reseñables fue la celebración en Iliberris del Concilio cristiano de Elvira que se celebró alrededor del año 305. Este, fue el primero de los celebrados en Hispania bética y reunió a obispos de toda la Península.

Durante el siglo V la zona sufrió el impacto de los bárbaros, abriéndose el periodo hispano-visigodo, hasta que en el siglo VIII con la entrada en la Península de pueblos del Norte de África (711) comienza el dominio musulmán. Existe una amplia polémica historiográfica sobre la ubicación exacta de la ciudad árabe de Quastiliya o Ilbira y su relación con Iliberris. Durante el Emirato Independiente de Damasco de Al-Andalus, Quastiliya era la residencia/capital de los walies (gobernadores de la cora o provincia de Ilbira). Parece aceptado que Qastiliya es el mismo núcleo de población al que se cita como Madinat Ilbira o Elvira fundada por el primer emir omeya de Al-Andalus (756-788).

En el siglo IX se erigió la mezquita aljama y la alcazaba, (posiblemente en tiempos de Abd al Rahman II) y se mantuvo como núcleo urbano hasta principios del siglo XI. Fueron casi necesarios tres siglos para que se convirtiera en una de las más ricas, populosas y notables ciudades de Al-Andalus, hasta que las disputas internas entre árabes muladíes y mozárabes fueron corroyendo la estructura social de la ciudad. Así, en un contexto de continuas sublevaciones cayó en manos de los beréberes en el año 1010. Las gentes del lugar se trasladaron hasta la vecina “Garnata al-Yuhud” (asentada en la colina del Albaicin), donde una nueva dinastía les ofrecía seguridad, convirtiéndose en la nueva capital del territorio. Como toda la ciudad, la mezquita fue incendiada y destruida por los beréberes para convertirse en una simple alquería.

Ya en el siglo XV, en el contexto de la Reconquista y en 1431 durante el reinado de Juan II de Castilla se produce la batalla de la Higueruela, donde los ejércitos cristianos son derrotados en los términos de Maracena, Peligros y Atarfe. Los Reyes Católicos, en su Ataifor del Caballo s X. Medina Elvira. Museo Arqueológico de Granada campaña de asedio al Reino Nazarí, en una de sus razzias por la Vega de Granada (1485), arrasaron las poblaciones musulmanas que quedaban en territorio atarfeño.

Con la caída de la ciudad de Granada en 1492 y el sometimiento total del territorio circundante, se emprende un nuevo período para la creación de núcleos de población cristianos. Desde fines del siglo XV y todo el XVI se adopta un programa de repoblación y de reparto de tierras a cristianos que van asentándose en territorio morisco, conviviendo con los mismos. Es el caso de las gentes que se instalan en Al-tarf o Tarf IIbira (“El límite de Elvira”), que era una de las alquerías que formaban parte del territorio musulmán., y que era conocida ya desde 1200 aproximadamente, cuando fue mencionada en el reparto de las acequias del Genil.

La rebelión de los moriscos, su posterior deportación y la correspondiente confiscación de bienes a partir de 1570 constituyen un nuevo paso hacia el control cristiano del territorio. Según consta en Libro de Apeo de 1572 (documento jurídico donde se anotan los deslindes y demarcaciones), el núcleo de Atarfe se componía hasta entonces de 69 vecinos moriscos y 12 vecinos cristianos. En ese momento es cuando se crea la base de la población moderna del municipio, la cual procede de los inmigrantes que se asientan entre 1572 y 1579. Aunque su procedencia es diversa, la mayoría eran de Andalucía, al aportar el 76% de los nuevos pobladores.

A partir de fines del XVI y todo el XVII la sociedad atarfeña da muestras de dinamismo. Así, en 1617 se empieza a construir el nuevo edificio de la Parroquia de la Encarnación, que hasta entonces se encontraba en la mezquita preexistente siendo la edificación más notable de la población. En esa época queda constancia de la existencia de una gran cantidad de árboles frutales y bastantes moreras que propiciaron una industria familiar de la seda (vestigios de los que tenemos constancia hasta hace poco). Ya se explotaba la planta textil del lino, se producía la uva pasa y en menor medida vino y vinagre. Los campos eran regados por la acequia Gorda que corría por el norte del río Genil y el ganado estaba fundamentalmente adehesado y pacía en la falda de Sierra Elvira junto a la Vega.

En 1752 se realiza el Catastro del Marqués de la Ensenada. Este catastro supone uno de los documentos más interesantes para estudiar la estructura social y económica de Atarfe en el siglo XVIII. Según se deduce de esta documentación la población de Atarfe experimenta uno de sus crecimientos más significativos, apareciendo una destacable industria del cáñamo y del lino en la Vega en el último tercio del siglo. La base económica seguía siendo la agricultura y la tierra estaba muy desigualmente repartida.El desequilibrio en el reparto de tierras continuó en el siglo XIX, a pesar de que los sucesivos gobiernos liberales de mediados de siglo intentaron aplicar políticas que mejoraran la injusta situación social derivada. Por otra parte, uno de los hitos más importantes en el siglo XIX fue la llegada del ferrocarril Bobadilla-Granada en 1865, que además de posibilitar el tránsito de pasajeros se utilizó como cargadero de mercancías. Esto ayudó al desarrollo de la industria en Atarfe, que llegó a ser el núcleo industrial más importante de la Vega granadina, duplicando su población. Es el caso del sector azucarero (cultivo de remolacha y producción de azúcar) que floreció en el período 1882-1920 en toda la Vega y que en el municipio estuvo representado en 1885 por la fábrica el Ingenio de San Fernando (posteriormente alcoholera).

La Batalla de la Higueruela. Fabrizio Castello. Monasterio del Escorial

Fue el segundo ingenio de Granada y tercero de España y posteriormente en 1904 se le unió La Fábrica de la Vega. Al principio del siglo XX, a pesar de esta primera industrialización, la base económica seguía siendo agrícola (62% de la población activa), además de seguir el mismo esquema en la propiedad, ya que casi el 90% eran jornaleros. Solo el 6,6% de la población activa trabajaba en el sector industrial, la mayoría en las canteras (38%), sector que aportaba una parte importante de los ingresos al pueblo. Atarfe contaba en esos años con unos 4300 habitantes. Su población era muy joven (el 60% eran menores de 30) y el índice de analfabetismo era muy alto (65%). Hasta los años 30 la industria siguió su desarrollo, convirtiéndose en uno de los municipios más industrializados de la provincia de Granada. Los usos industriales se fueron localizando en el entorno de la carretera de Córdoba y del trazado del ferrocarril, polarizándose el crecimiento del núcleo hacia el Sur. Se fueron ocupando así terrenos agrícolas que habían quedado aislados del resto de la vega por la implantación de estas infraestructuras. Durante la Segunda República, se intentó romper con la tendencia de concentración en la propiedad de la tierra, mejorar la educación, y reducir el analfabetismo. Es destacable el florecimiento de un movimiento obrero que permanecería latente durante la dictadura de Franco y que resurgiría con fuerza en la Transición a la democracia a finales de los 70. Pero la Guerra Civil truncó cualquier posibilidad de modernización y se afrontaron los difíciles tiempos de la postguerra. En 1940 la población llegaba casi a los 6000 habitantes, y la educación y la sanidad seguían ocupando un lugar poco significativo en la vida del pueblo, rondando el índice de analfabetismo aún el 60%.

En 1956 se produjo un terremoto que asoló literalmente el municipio. A partir de este momento comienza la reconstrucción del núcleo urbano que empieza a ver el resultado económico de la industrialización en el periodo de los años 50 y 60, acompañado de un aumento significativo de la población del 25%. El sector industrial se fue afianzando frente al retroceso del sector primario, surgiendo barrios nuevos y con ellos un nuevo modo de vida.Es en los años 70 cuando empieza a decaer la industria debido a la crisis económica y a la competencia de otros polígonos de municipios vecinos como el de Juncaril de Albolote. Sin embargo, seguía siendo uno de las localidades más industrializadas de la Vega.

En 1974 se anexionó el núcleo de Caparacena, distante 15 kilómetros de Atarfe. Territorio fundamentalmente agrícola y prácticamente deshabitado, hizo aumentar considerablemente la superficie del municipio, y ha sido lugar de expansión urbanística con la construcción de varias zonas residenciales. Es el caso de la urbanización Los Cortijos que se inició a principios de los años 80.
Durante los años 80 y 90 se avanzó en la terciarización de la economía y se entra de pleno en una doble dinámica. Por una parte el Área Metropolitana de Granada es receptora de población del resto de la provincia, produciéndose un proceso de crecimiento y consolidación urbana. Por otro lado existe un movimiento centrífugo de población desde la capital hacia los otros núcleos como Atarfe, en busca de condiciones favorables de acceso a la vivienda. Las actividades productivas terciarias e industriales van ocupando también nuevos espacios en la periferia, como en el eje Atarfe-Maracena-Granada, llegando a formarse una auténtica conurbación.

Entrando ya en siglo XXI, el crecimiento urbanístico y demográfico se acentúa. La superficie de suelo urbano y urbanizable aumenta considerablemente tanto en el núcleo de Atarfe, como en las nuevas urbanizaciones de la zona norte. La población crece espectacularmente (el 43% del 2001 hasta el 2012), siendo uno de los municipios con las mayores tasas de crecimiento anual de población de Andalucía. Los últimos años hasta el 2015, el crecimiento demográfico se ha ralentizado y la expansión urbanística se ha truncado, con el consiguiente retroceso en del sector de la construcción, uno de los motores económicos del periodo anterior.

 

Bibliografía y documentación
– ESPINAR MORENO Manuel. Medina Elvira: ciudad para la arqueología granadina. Unidad Provincial de Bienes Culturales de la Excma. Diputación Provincial de Granada. Granada 2005.
– C. TRILLO La alquería y su territorio en Al-Andalus: estrategias sociales de organización y conservación en Arqueología Espacial: Espacios Agrarios. Almudena Orejas coordinadora Teruel 2006.
‐ PLAN GENERAL DE ORDENACIÓN URBANÍSTICA. MAYO 2004. Ayuntamiento de Atarfe
– GRANADOS TORRES, José Enrique (coord.). Atarfe en papel. Ayuntamiento de Atarfe y Corporación de Medios de Andalucía (IDEAL). 2007

DEL LIBRO:

ATARFE PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL

Por  Francisca López Prados, Iñaki nieva Pardo y Manuel Guerrero Jiménez

Editado por Ayuntamiento de Atarfe ( 2015)

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