De todos es conocido que en las faldas de Sierra Elvira, muy cerca de la población de Atarfe, y dentro de su término municipal, se encuentra uno de los principales yacimientos arqueológicos islámicos de España, Medina Elvira.
La ciudad de Elvira, que aparece profusamente citada en las fuentes árabes y en la historiografía, es mejor conocida gracias a los trabajos que Manuel Gómez Moreno desarrolló a finales del siglo XIX y a dos recientes excavaciones arqueológicas, una de 1998, en las faldas del Cerro de los Cigarrones, patrocinada por el Ayuntamiento de Atarfe, otra del año 2000, en el Cerro del Sombrerete, financiada por la Delegación Provincial de Cultura de Granada.
Ambas han permitido definir con mayor precisión la importancia del yacimiento, su estratigrafía y la necesidad de proceder a su protección y de hecho, gracias a sus resultados, podemos conocer con mayor detalle algunas de las características de Elvira. A pesar de todo se trata sólo de una raya en el agua. La riqueza del patrimonio arqueológico es tal que se ha hecho necesario abordar su investigación y puesta en valor.
Para conseguir este objetivo, el Ayuntamiento ha emprendido un ambicioso proyecto que pretende no sólo recuperar Medina Elvira sino también revitalizar todo el patrimonio histórico, etnológico, natural y cultural de Sierra Elvira como elemento de desarrollo.
Evidentemente, el buque insignia es la ciudad que permanece enterrada en el llano que se extiende desde el Sombrerete hasta los Cigarrones, pasando por los lugares en donde tradicionalmente han aparecido restos arqueológicos como el “Llano de la Mezquita”, el pago “de los Tejoletos” o el “Cortijo de las Monjas”, pero existen otra serie de elementos de carácter arqueológico que aparecen inevitablemente relacionados con la historia de la ciudad, con sus antecedentes y con su devenir posterior al abandono en pro de la vecina Granada.
En las proximidades del Cortijo de Marugán, a lo largo de todo el siglo XIX fueron apareciendo una serie de sepulturas que por las características de los enterramientos, debieron pertenecer a una necrópolis Tardo-romana que debió estar relacionada con un asentamiento de mayores dimensiones perteneciente a este periodo. De hecho, según la toponimia, parece probable que el origen de la ciudad islámica fuera un castellum, del que derivaría posteriormente, el nombre de Castilia. Este lugar todavía es reconocible hoy día, ubicándose en lo que se conoce como el “Llano de las Sepulturas”, formado por una ligera loma. Muy próximo a este lugar todavía se pueden observar restos de ese primer asentamiento, atestiguado por importantes restos: parte de una canalización que captaba el agua desde una fuente y en sus proximidades el trazado de un muro defensivo de grandes dimensiones y esparcidos por toda su superficie algunos tambores de columnas de piedra caliza con más de 1 metro de diámetro.
Junto a este importante yacimiento, que como decimos se ubica más hacia el interior de la sierra, debieron existir otra serie de núcleos de población y que en conjunto conformarían los antecedentes más inmediatos de Medina Elvira.
La fundación de Elvira se produjo a los pocos años de la entrada de las tropas árabo-beréberes, probablemente propiciada por esa concentración de la población en las faldas de Sierra Elvira frente al estado ruinosos en el que se encontraba la antigua Iliberis.
Tras la conquista islámica del 711 es probable que un asentamiento árabe en el entorno del Cerro del Sombrerete, con unos posibles antecedentes también preislámicos, fueran el origen de la imponente ciudad de Elvira. De hecho en el cerro hoy día todavía podemos observar los restos de un recinto fortificado –una alcazaba- y un recinto amurallado que se desarrolla en la falda este y que está ocupado por numerosos restos de antiguas viviendas y trazados de calles. Esta primera muralla de Elvira se encontraba jalonada por al menos 2 ó 3 torreones de planta cuadrada y tenía una anchura cercana a los 2 metros.
Dentro del recinto amurallado se aprecian numerosas viviendas, los restos de antiguas canteras y una calzada perfectamente pavimentada que llegaba hasta la parte más alta de la alcazaba. La muralla cerraba el antiguo asentamiento por la cara oeste del cerro pero los restos ya han sido destruidos por una cantera.
En un corto periodo de tiempo la ocupación humana desbordó los límites de este primer asentamiento y finalmente, en el momento de su destrucción en el siglo XI, ocupaba un vasto espacio que llegaba hasta el Cerro de los Cigarrones y del Almirez. Desconocemos de momento las pautas de este gran desarrollo urbano pero todo parece indicar que debió ser muy rápido, careciendo de las mínimas defensas que debían tener las ciudades de la época.
Uno de los principales elementos que articulaban la ciudad era la mezquita mayor. Según las fuentes árabes fue fundada por Hanas ibn Abd Allah al-San’ani a los pocos años de la conquista y finalmente la concluyó el emir Muhammad I en el siglo IX. La mezquita de Elvira fue parcialmente excavada por Gómez Moreno en el siglo XIX y en ella aparecieron importantes restos arqueológicos, como parte de las lámparas de bronce que daban luz en su interior, depositadas en el Museo Arqueológico de Granada y que han sido objeto de una exposición monográfica durante estos días.
En las proximidades de la mezquita, cuyo solar se encuentra bien delimitado y ubicado, aparecieron otros restos igualmente relevantes, sobretodo en las proximidades del Cortijo de las Monjas: en las casas excavadas se recuperaron zócalos con decoración pintada, piezas de bronce, como portacandiles y candiles, y piezas de cerámica de excepcional valor: el plato del caballo, el del halconero, la redoma de las liebres, etc., que en conjunto conforman el núcleo central de la sala dedicada al mundo medieval del museo arqueológico provincial.
Las excavaciones realizadas en 1998, muy cerca de la A-92, en el Cerro de los Cigarrones permitieron exhumar parte de al menos dos viviendas, excavando la cocina de una de ellas y el patio. La intervención más reciente es la realizada en el año 2000 en el Cerro del Sombrerete, excavando un sector de la muralla y parte de las estructuras que ocupaban la parte más elevada y que debió jugar una función de alcazaba.
De esto, es poco lo que queda hoy día ya que todo fue de nuevo enterrado para poner en cultivo toda la zona, pero aún así todavía se pueden ver algunos restos de gran interés, sobretodo en el cerro del Sombrerete, en donde se distingue fácilmente los restos de Castiliya y de la primera medina Elvira, o en el Pago de los Pozos, donde se aprecia con claridad los respiraderos de un qanat o sistema de captación de agua subterránea.
Pero la riqueza del patrimonio de Atarfe va más allá de Medina Elvira ya que en el mismo entorno podemos encontrar otros elementos singulares: en el emplazamiento de la actual ermita de los Tres Juanes existió un prestigioso morabito desde el siglo XI hasta la conquista cristiana, y por encima del actual cortijo de la Moleona se pueden ver los restos de un recinto fortificado de época nazarí, formado por unos lienzos de mampostería que delimitan un espacio rectangular, con una torre circular en uno de sus extremos y un aljibe de tapial en su interior.
Junto a estos elementos también existen varios albercones islámicos, como el que se encuentra en las proximidades del cortijo de Marugán, o el acueducto que ya vio en su día Gómez Moreno y que conducía el agua desde las inmediaciones de este último cortijo hasta un punto aún no determinado.
Para tener una visión más completa no podemos pasar inadvertidos los restos de una antigua explotación minera en Los Calerones de la que de momento desconocemos su cronología, o la misma Raja Santa y el Tajo Colorado, en donde todavía se pueden observar las trazas de otro yacimiento arqueológico, además de la estructura de la antigua cantera que muestra unas formas del trabajo y de la explotación de la piedra que nada tienen que ver con las técnicas empleadas actualmente.
Todo este riquísimo conjunto patrimonial, en donde confluyen valores históricos, arqueológicos, etnológicos y naturales será puesto en valor por el Ayuntamiento de Atarfe por medio de un ambicioso proyecto que recogerá todas estas facetas bajo el nombre de proyecto Medina Elvira. Pero para que esto sea finalmente una realidad, en primer lugar, es imprescindible que se produzca un cambio en las conciencias de los vecinos partiendo de un amplio apoyo social que se fundamente en la base de una mayor concienciación y respeto hacia los restos de nuestra historia.
Por tanto, es muy importante transmitir con claridad esta necesidad y para conseguirlo es necesario que exista una amplia participación ciudadana que debe materializarse en dos direcciones: en un sentido, con un constante flujo de información hacia la ciudadanía del desarrollo de los trabajos; en otro en una participación activa implicando a todos los colectivos de Atarfe.
La información es la mejor forma de incrementar la cultura de una colectividad para tomar conciencia de que ciertos restos que siempre han estado en el paisaje y que han pasado inadvertidos, son ciertamente de gran importancia y que el patrimonio arqueológico atarfeño es uno de los más ricos de toda la provincia. Todo en conjunto generará un desarrollo cualitativamente distinto al experimentado hoy día, contemplando no sólo la generación de mayor riqueza sostenible que parta del respeto al patrimonio sino también mayor riqueza cultural y social que no se puede cuantificar como valor económico.