La mano de obra
Los constructores de estas estructuras nos son prácticamente desconocidos porque su presencia apenas ha dejado huella en las construcciones. Sólo podemos hacernos una idea aproximada de este grupo comparándolo con paralelos etnográficos y con los trabajadores de otras artesanías que han sido más estudiadas que la construcción. A este respecto, la información que nos proporciona Blanco de Izaga(74) en su estudio de la vivienda rifeña es muy valiosa.
Podemos intuir que el acopio de materiales y su traslado era un trabajo que correspondía al propietario del edificio, en el participaría toda la familia, cada uno según su capacidad, y probablemente los vecinos, reforzando de esta forma los lazos de solidaridad. Existiría la figura del albañil que dirigiría a los operarios de los que hay que suponer que no tienen ningún grado de especialización y que en su mayoría serían la propia familia y sus vecinos.
En las construcciones públicas, como sería el caso de la muralla de la alcazaba, suponemos que la mano de obra estaría formada principalmente por los habitantes de la ciudad, limitándose los operarios especializados a las zonas de ejecución más complicada, como la puerta. Así la técnica empleada, mampostería en la base y tapial formado la mayor parte del alzado, es la empleada también en las construcciones privadas. No parece que el tapial empleado tenga unas características que lo diferencien de las demás construcciones. Sólo la envergadura de la obra y el uso de grandes mampuestos en el tramo del área 6000 y el posible recurso a sillares de calcarenita en la puerta diferencian la muralla de las demás estructuras.
La tendencia a una mayor regularidad que se observa en los edificios de la madina, más tardíos que los de la alcazaba, puede ser un indicio de una mano de obra más especializada. Este proceso hacia una especialización del artesanado se le supone también a la producción de cerámica del yacimiento(75). En este sentido existen, como se ha dicho, indicios de talla de sillares. Esto vendría a corroborar las informaciones de Manuel Gómez Moreno en el siglo XIX, que describe un muro de sillares y la presencia de este material y de un fuste de una columna en un derrumbe relacionado con la mezquita. También existe una referencia en al-Razi sobre la talla de imágenes realizadas en mármol(76). Suponemos que si se tallan esculturas también se tallaron elementos constructivos en esta piedra o en caliza. Estas informaciones nos indican la existencia de un trabajo de labra de piedra lo que implica la existencia de un artesanado especializado y de albañiles para su puesta en obra.
Otro material subjetivo de una estandarización en su producción son las tejas. La diversidad de cocciones se puede explicar por la distinta posición que ocupaban en el horno. Las tipologías formales se han explicado parcialmente por la diferente función entre unas tejas y otras, no así la diferencia de grosor. Las tejas estudiadas hasta ahora proceden principalmente de la alcazaba un momento en que la especialización en el trabajo estaría todavía en una fase inicial en caso de que existiese. Está por realizar un estudio de las procedentes de la zona baja, para comprobar si presentan una mayor homogeneidad. En el área 5000 se ha recurrido mayoritariamente a una teja fina que representan en el sondeo 5100 69,5 kg frente a los 16,25 kg de tipos más gruesos, y en el sondeo 5200 267,25 kg frente a sólo 4,25 kg. Tal vez se puede explicar la presencia de distintos tipos por las reparaciones que pudiesen realizarse en las cubiertas. El volumen de tejas empleado y su constante reparación sugiere la existencia desde el comienzo de la ocupación de talleres donde de forma más o menos estandarizada se fabricase este producto.
Respecto a la producción de cal no es necesaria más que la pericia del artesano, recurriendo a un simple hoyo excavado en la tierra, se puede fabricar este producto. No parece que se haya empleado en grandes proporciones con lo cual no parece que haya sido necesaria producirla en grandes cantidades. tal vez se elaboraba según las necesidades de algunas obras lo requerían. Si sería necesaria en la renovación de los enlucidos, que aseguren la impermeabilidad del tapial.
La madera podía ser cortada en el monte por el propietario que tal vez ni siquiera la sometía a más transformación que el descortezado. No obstante puesta en obra de esta manera no es resistente. Necesitaría un secado, y si se quiere asegurar la estabilidad del edificio habría que someterla a una talla para regularizarla y encajar las vigas, estás actividades necesitan de una serie de herramientas y de un espacio que parece hacer imprescindible la existencia de artesanos especializados en esta labor o una importante planificación previa de la obra, sino las dos cosas.
Organización espacial
Llegados a este punto vamos a ser muy osados, teniendo en cuenta que el proyecto de investigación que se lleva a cabo en Madinat Ilbira se encuentra en un estado inicial. El objetivo ha sido antes constatar la presencia de los restos conocidos por las intervenciones del siglo XIX, que la excavación de grandes áreas. Sólo se ha escapado de este principio la campaña de 2005 para comprobar la organización de la alcazaba descubierta en 2001. Para esto se ha optado por excavar sondeos manualmente, ampliándolos por medios mecánicos sólo cuando ha existido la seguridad de no afectar a niveles de interés arqueológico. De esta forma tenemos una visión parcial, pero que nos permite formular algunas hipótesis que deben ser comprobadas y ampliadas en próximas excavaciones.
En primer lugar habría que desechar la idea comúnmente aceptada de que la ciudad islámica es un ente que surge por si mismo y crece según sus necesidades sin ningún orden. La ciudad islámica nace con una organización. Así encontramos un espacio reservado a la Alcazaba, uno de los hitos fundacionales de la madina. Si bien este espacio carece de un plano ortogonal, por otra parte imposible de implantar en la escarpada pendiente de “El Sombrerete”, está organizado a partir de escaleras talladas en la roca. Éstas descienden desde la cima del cerro y definen zonas de mayor y menor ocupación, indicando una cierta idea previa a la ocupación del terreno. En la zona llana los abundantes rellenos contemporáneos limitan nuestra percepción del entramado urbano a la visión parcial que nos ofrecen los sondeos realizados hasta el momento. Hay indicios que nos permiten pensar en un plano reticulado, organización en absoluto desconocida en otros núcleos altomedievales islámicos. Así las intervenciones que el crecimiento actual de Córdoba esta originando están permitiendo conocer grandes superficies de los arrabales de la antigua capital califal. Estos presentan una estructura a escuadra muy evidente sobre todo en el sector occidental es muy clara. Es el caso de las vías documentadas en las intervenciones realizadas para la urbanización del Poniente(77). Éstas vienen a confirmar una planificación del urbanismo que ya ha sido señalado con anterioridad(78). Incluso en el arrabal situado en Cercadilla, donde la existencia de caminos anteriores no permite un plano ortogonal, las manzanas tienden a formas rectangulares y cuadradas, fruto de una organización previa a la edificación(79). Es precisamente el modelo cordobés el que se intenta imitar en otras zonas de Ilbira(80). Esta organización ortogonal no es exclusiva de Córdoba, sino que es visible también en otras ciudades de menores como Pechina(81), Zaragoza(82), aunque este caso haya que explicarlo como la permanencia de la organización romana, o en asentamientos menores como Pla d’Almata(83), en Balaguer, que presenta una cronología similar a Madinat Ilbira. La alquería emiral del Castillo de Peñaflor, también presenta una estructura bastante regular, que sólo parece rota por las irregularidades del terreno(84). No es cierto pues, que los asentamientos islámicos carezcan de organización.
Insistimos en que la visión de la que disponemos es muy parcial creemos que hay indicios para defender este tipo de urbanismo en el yacimiento granadino. En primer lugar, la cronología de los edificios excavados en los años 2006 y 2007 corresponde a la segunda mitad del siglo X y principios del XI, coincide con los arrabales cordobeses, que surgen en el califato y se abandonan en la fitna. En segundo lugar, la calle documentada en el sondeo 1200, aunque se ha excavado un tramo muy corto parece rectilínea y la presencia del CE-1 al este le obligaría a prolongarse de la misma forma, evitando quiebros. En tercer lugar, por último, aunque con ligeras desviaciones las estructuras descubiertas en 2007 parecen presentar direcciones paralelas, norte-sur, tal vez condicionadas por la presencia cercana de la mezquita con su muro de quibla; por otro lado, el complejo descubierto en 2006, aunque lejano parece dispuesto perpendicularmente a los descubiertos en 2007.
Si aceptamos que el espacio está organizado hay que suponer que las construcciones también lo están desde antes de empezar a edificarse. El urbanismo antes descrito implica como mínimo una consciencia del la superficie disponible para construir. De esta forma los muros perimetrales tienen para cada edificio unas dimensiones diferentes pero similares entre ellos. Mientras los muros divisorios son por lo general menores y son posteriores, aunque están construidos contemporáneamente, se adosan a los muros que limitan el edificio y en un caso (E-3 del sondeo 1300) comprobamos como se apoya en el relleno de nivelación del suelo. Por otro lado la división interna estaría sujeta a más transformaciones. Es frecuente encontrar, en otros yacimientos, modificaciones en las viviendas. Por el contrario en Madinat Ilbira la única refacción clara de un muro la evidenciamos en el CE-1 del sondeo 1200, en el que la E-3 reemplaza a la E-2. Esto parece deberse a la ruina de la fabrica anterior, no a una reorganización del espacio, ya que el nuevo muro aprovecha el anterior como cimentación modificando sólo ligeramente la dirección original del tabique. Esto indica una cierta perdurabilidad de la estructura de la vivienda.
Con la información que el proyecto de investigación nos ha dado hasta el momento podemos hacernos una idea bastante fiel del aspecto que tendría la Alcazaba. Está situada en el Cerro de «El Sombrerete», en las estribaciones meridionales de Sierra Elvira y cerrando la llanura donde se asienta la ciudad en su extremo oeste. Por aquí donde entra el camino de Pinos Puente(85), con su puente Califal, es muy posible que discurriese el camino procedente de Córdoba y hacia él se abriría la puerta de la muralla. Esta construcción define un triangulo irregular que desciende desde el Cerro hacía el noroeste, en la zona llamada «Los Caballitos del Rey», un pequeño promontorio, bastante escarpado por sus laderas norte y este, en este punto se pierde el trazado, siendo posible que lo escarpado de la pendiente haga innecesaria una obra de defensa en este punto(86). Desde aquí se dirigiría hacía el sur, por la ladera oeste, donde hay indicios de su existencia por una leve terraza del terreno. En cualquier caso la obra se habría visto afectada por las canteras contemporáneas existentes en este frente del cerro. Desde el extremo sudeste de la alcazaba vuelve a ascender con la particular técnica constructiva ya descrita, hasta la cima del cerro. A partir de cierto punto, en la zona 1000, la muralla tiene menor grosor, limitándose al ancho de los muretes exteriores de las plataformas, es decir, entre 82 cm y 64 cm. Esto habría que explicarlo por que en este punto el peligro de un ataque sería menor que en la zona inferior, no estando justificado el gran esfuerzo constructivo que requiere esta obra.
Las fortalezas andalusíes de este periodo no tienen un patrón único, se suele hablar de un modelo de planta cuadrada o rectangular, con torres en las esquinas, construido en obra de cantería(87). Pero son pocas las obras construidas con este planteamiento(88). Así el Castillo de Tarifa es la única obra califal que encaja bien en este conjunto, el castillo del Vacar en Córdoba, tiene planta rectangular con torres distribuidas regularmente pero está realizada en tapial, el Castillo de San Esteban de Gormaz, en la frontera norte, está realizado en sillería dispuesta a soga y tizón pero su planta se adapta a la loma sobre la que se asienta. El Castillo de Baños de la Encina, datado por una lapida, tiene planta irregular y está construido en tapial, a excepción de la puerta. Como ya se ha dicho es este ejemplo al que más podría parecerse el caso de la alcazaba de Ilbira, aunque, mientras que la muralla del castillo de Baños está jalonada por torres, la de Ilbira sólo presenta dos flanqueando la puerta. Un modelo similar es el de Al-Rayul, en el poniente granadino, citada en el siglo X(89). Esta fortificación, visible en superficie, está caracterizada por muros de más de un metro de anchura realizados con la técnica de mampostería, aunque los mampuestos empleados parecen de menor tamaño. Pese a que no se ha excavado la ausencia de un gran numero de mampuestos sugiere que el alzado de la obra se haya realizado en tapial. Es similar a la muralla del Cerro del Molino del Tercio, de la que sólo se ha excavado una parte. Se trata de un asentamiento tardorromano con una corta fase emiral-califal fechable entre los siglos VIII y principios del siglo X(90). Hay que suponer que estaba construida en tapial, pese a que los excavadores opinaban que se realizó en adobe(91). El tramo excavado describe una línea recta. Hay que indicar que la topografía del cerro, amesetado, en este caso si permitiría la construcción de un recinto rectangular, pero no se ha excavado todo el perímetro. Por último habría que señalar Torrox, cerca de Loja. De nuevo nos encontramos ante un asentamiento fortificado de una cronología temprana, entre los siglo IX y X(92). Las estructuras no son claramente visibles pero se intuye bajo una torre de atalaya nazarí un recinto amurallado realizado en mampostería que seguramente fuese la base de una obra de tapial. El cerro vuelve a presentar una cima amesetada permitiendo una planta cuadrada, que no es visible por completo, aunque dos de los laterales si parecen formar una escuadra. En este grupo de fortificaciones parece que se podría integrar la Alcazaba de Madinat Ilbira, claramente diferente a la cercana Alcazaba de Loja donde ya en una intervención realizada por José Javier Álvarez García se descubrió en la base de la torre del homenaje un muro de sillares dispuestos a soga y tizón, típicamente califal en el que se abría un acceso(93). En una intervención que el mismo arqueólogo está realizando en la actualidad se está documentando la continuación de la misma estructura que parece forma un recinto rectangular, de dimensiones bastante reducidas, en la zona más alta de la fortificación actual.
Sobre la organización ya se ha comentado de forma muy somera unas líneas arriba la disposición de espacios con distinta densidad de ocupación delimitados por escaleras que descienden por la ladera oriental del Sombrerete. La pendiente que en algunas zonas alcanza el 50% como es el caso del área 3000 impide la existencia de una planta regularizada, así como de grandes complejos constructivos, que si existen en el cercano cerro del Molino del Tercio, para cuya construcción se tendría que haber modificado muy profundamente el entorno, de forma muy costosa. En su lugar se levantan una serie de edificios cercanos entre ellos, en torno a un espacio vacío, dando servicio a un grupo familiar extenso. Cada edificio o célula cumpliría una función determinada. Esto se deduce de la gran diferencia de tamaño entre las distintas construcciones, y sobre todo por la diferencia del ajuar cerámico(94). Es en los edificios situados en el área 4000 en los que esta diferencia era más palpable. La cerámica se concentraba en el sondeo 4200, sobre todo en el relleno de un hueco interpretado como la impronta de una tinaja en el CE-1. Este complejo serviría tal vez como almacén y cocina de ahí la concentración de cerámica, que en las unidades de abandono era en un 77,92 % cerámica de cocina(95). Mientras en el sondeo 4100 se ha documentado único edificio sin más divisiones que las que la roca conforma con una proporción muy baja de cerámica y que además carecía de un hogar, imprescindible si nos encontrásemos ante una vivienda.
Dentro del conjunto de la Alcazaba la vivienda de la zona II, excavada en el año 2001, parece de reflejar cierta preeminencia en comparación con las demás. Así de ella, aunque situada en un nivel de arrastre situado contra la muralla, procede un ajuar especialmente rico, con abundantes piezas de cerámica, algunas importadas y con fragmentos de vidrio. Este carácter destacado sobre las demás viviendas se observa en el lugar donde se ubica, en la cima de “el Sombrerete”. Se evidencia por último en las técnicas constructivas. Si bien los muros estarían realizados en tapial, sobre una base de mampostería, destaca la existencia de un suelo enlosado, en contraste con la mayoría de construcciones, pavimentadas con suelos de tierra compactada a lo sumo cuentan con una capa de cal. También es muy posible que proceda de este edificio un fragmento de tapial recogido en la prospección, con restos de enlucido pintado en almagra. También su planta parece diferir de las viviendas de la parte baja. En este caso parece más compleja, incluyendo un patio y una estancia aneja. Estas células tendrían una forma prismática muy simple, con pocas aperturas, tal vez sólo la puerta y cubierta a dos aguas. Los muros estarían recubiertos por un enlucido para evitar el deterioro por la humedad. La poca anchura de los muros y la ausencia de cimentación no permite pensar en la existencia de varias plantas. Las divisiones internas estarían formadas por los propios desniveles de la roca, sólo en el CE-1 del sondeo 4200 existe un tabique que divide la crujía. Para ahorrar esfuerzo las células se construyen siguiendo las líneas de pendiente evitando tener que construir terrazas en la medida de lo posible. Los espacios libres entre las construcciones se aprovecharían como zonas de circulación así parece clara la existencia de una calle delimitada por la muralla y el CE-1 del sondeo 4200. Estás vías en ocasiones modifican el terreno natural, así las escaleras mencionadas se tallan en la roca mientras que un camino, E-10 que discurre bajo los CE-1 y 2 del sondeo 3100 se ha realizado sobre una pequeña plataforma (UEC/s 043 y 048) de mampuestos pequeños. De la misma forma existe una especie de plaza frente a la puerta de la Alcazaba que parece realizada completando la superficie de la roca mediante grandes losas.
La homogeneidad del conjunto de cerámica nos indica un periodo corto de ocupación, fechable entre mediados del siglo IX y principios del siglo X, según sugiere la escasez de ataifores vidriados, existiendo sólo algunos fragmentos de vidriados verdes y blancos; y la ausencia de vidriados melados y manganesos que se popularizan a partir del siglo X(96). Esta datación encuadra la Alcazaba en el conjunto de fortificaciones en torno Loja, descrito más arriba, con el que tiene similitudes evidentes, y vendría a confirmar una cita que menciona la existencia de la alcazaba de Madinat Ilbira en el año 893. Ibn-Hayyan en al-Muktabis dice que Ibn-Hafsun un líder opuesto al emir ‘Abd Allah, oculto las fuerzas rebeldes en la alcazaba de Ilbira(97). Es posible suponer que la fortaleza, que había sido utilizada por las fuerzas opuestas al emir, fuese destruida durante el primer cuarto del siglo X(98). En 913 y 925 ‘Abd Al-Rahman III realiza sendas campañas en Ilbira y ordena la destrucción de las fortificaciones de la Kura(99).
Hay que señalar la existencia de otra fortificación en la cima del Tajo Colorado. Ésta se identificó en la prospección de 2003 y está por excavar pero la cerámica en superficie sugiere que es coetánea a la que antes hemos descrito. Esta fortaleza tiene unas dimensiones menores pero se identificó un doble anillo de murallas. No se sabe si ambas Alcazabas actuaban juntas o si estaban enfrentadas entre ellas.
La madina ocuparía la llanura situada a los pies de las estribaciones sudorientales de la sierra, su límite norte podría ser el Tajo Colorado, al oeste la cerraría el Cerro de “el Sombrerete”, no estando claro su límites oriental que se acercaría al límite actual del pueblo de Atarfe, un poco al este de la autovía A-92 y el Meridional que estaría próximo a la carretera de Córdoba.
La organización de la zona baja es mucho más difícil de intuir, debido a la potencia de los rellenos, que se han vertido para el cultivo, y la presencia de niveles de arrastre que en conjunto en la excavación de 2007, en el secano de la mezquita, alcanzan más de 2,50 m de profundidad. En el Pago de los Tejoletes las estructuras se encuentran a unos 20 cm de profundidad pero su grado de arrasamiento no permite rastrearlas en superficie. Lo que si se intuyen son una serie de líneas de pozos, asumiendo que estos pozos constituirían los respiraderos de un sistema de qanats, sería lógico pensar que las construcciones se alcen cerca de ellos para asegurarse el acceso a este precioso elemento. El resultado sería una organización en calles rectilíneas de gran longitud, aproximadamente paralelas entre ellas. Esta organización se intuye en las estructuras sacadas a la luz en la excavación de 2007. Estás estarían organizadas teniendo como referente el muro de quibla de la mezquita aljama. Como es lógico en las proximidades de los cerros situados en las estribaciones de la sierra esta organización se perdería, como no puede ser de otra manera si incluso algunos edificios aprovechan la roca en su construcción (como es el caso del localizado en el sondeo 5200).
El elemento que parece organizar este espacio es la mezquita, que nos es conocida sólo por las noticias que nos dan de ella dos autores. Así Ibn al-Jatib en el siglo XIV ve las ruinas de la edificación, considerando que es un buen ejemplo de la gloria de la ciudad, que evidentemente en aquel momento ya se había abandonado. Dice también que sobre el Mihrab era visible una inscripción en la que se fechaba la construcción en el año 864(100). Volvemos a saber de la mezquita por la obra de Gómez Moreno del siglo XIX(101) que descubrió un fuste y un derrumbe de sillares, sin llegar a identificar el suelo. Hay que decir que los restos se identificaron como pertenecientes a la mezquita por el nombre del lugar donde se encontraba, Secano de la Mezquita; porque evidentemente los restos arquitectónicos estaban claramente diferenciados de los descubiertos en el resto del yacimiento; y por una serie de restos que se recuperaron cuando un vecino de Atarfe expoliaba material de construcción para su vivienda (fundamentalmente unas lámparas de bronce con cadenas para colgar del techo y escorias de plomo que se había derretido sobre unas esteras de esparto que cubrirían el suelo del edificio). Es probable que no sepamos nunca con seguridad la función del edificio que excavó el erudito, pero la presencia de dos enterramientos, descubiertos en el sondeo 1400 y datados en el siglo IX, avala la cercanía de un edificio religioso.
Parece que la cercanía de la Alcazaba y de la Mezquita favorecería el desarrollo del comercio puesto que en el área 5000 los dos edificios documentados parecen tener una vocación artesanal, tanto por las estructuras descubiertas (la fosa rellena de cenizas con escorias del sondeo 5100, UEC-016, y los pozos del sondeo 5200), por la presencia de escorias en el sondeo 5200 y la cerámica descubierta, en este sondeo las tinajas y alcadafes sumaban el 53,85 % de los fragmentos, mientras la cerámica de cocina en ambos sondeos se sitúa ligeramente por encima del 23 % del total en contraste con el 48,96 % que este grupo supone en el conjunto de la alcazaba(102). La orientación comercial de esta zona también se vería favorecida por el hecho de que sería la zona de paso más lógica el camino que llegaría a la ciudad desde la capital cordobesa.
Poco más es lo que podemos decir de la organización de la madina de Ilbira. Las memorias del rey ‘Abd Allah, nos ofrecen un dato más que hay que tomar en consideración pero con la precaución necesaria en este tipo de fuentes siempre tendentes a la exageración. Dice que los vecinos llegaron al punto de construirse oratorios y baños frente a sus puertas con objeto de evitar tratarse entre ellos(103). Esto sugiere para el siglo XI la existencia de un gran numero de fundaciones privadas, que indicarían un alto nivel económico alcanzado por algunos sectores de la población. Esta riqueza justifica los hallazgos a los que hace referencia Gómez Moreno entre los que se encuentran yeserías, enlucidos de ricos colores, suelos enlosados, que apenas se han detectado en las intervenciones realizadas a partir del siglo XX en el yacimiento aparentemente más pobres. El texto no sugiere la existencia de una división de la ciudad entre grupos de distinta potencia económica. Tampoco en la excavación de 2007 en el entorno de la mezquita se han documentado edificios especialmente ricos, más que a lo sumo la construcción de sillarejo del sondeo 1400, que podría tener función religiosa, y sería por tanto un edificio singular.
La configuración de las viviendas de la parte llana es bastante distinta a la de la Alcazaba. En primer lugar las plantas son más complicadas, ya que en un sólo edificio se recogen las funciones que en el cerro se distribuyen entre varias células. Así las estancias se organizarían en torno a patios, o espacios no cubiertos como es frecuente en las viviendas andalusíes. Esta organización está clara en el edificio excavado por Ángel Rodríguez Aguilera en 2003(104), en el complejo exhumado en el sondeo 5100 y en el CE-1 del sondeo 1200. En torno a los patios se desarrollarían estancias, ya cubiertas, por desgracia no se ha completado la excavación de ninguna de estas construcciones por lo que carecemos de un modelo de organización. En cuanto a las técnicas constructivas se observa una mayor regularidad, no tanto entre los distintos edificios como entre los muros de la misma construcción, se ha podido observar como primero se han realizado los muros perimetrales, que traban entre ellos mientras que los muros que forman las divisiones internas , realizadas en el mismo momento, se adosan a los anteriores. No se observan diferencias significativas entre edificios con función artesanal y otros que aparentemente son viviendas. Así el edificio del sondeo 5100 la función artesanal sólo se puede defender a partir de la presencia de la fosa rellena de ceniza y por la poca representación de la cerámica de cocina. Sólo el sondeo 5200 presenta unos suelos, UEC/s 012 y 037, con una calidad distinta a los sencillos suelos de tierra apisonada que predominan en el resto de edificios, mientras que la talla de varios muros en la roca, UEC/s 003, 004, 006 y 007, se deben considerar como una forma de ahorro de material constructivo. Las diferencias parecen más bien marcadas por la riqueza de la construcción, aunque los conjuntos excavados por el momento tienen unas características muy similares conocemos por Gómez Moreno de la existencia de estructuras más ricas, con suelos de losa, o pintados en almagra, con enlucidos decorados con colores vivos y motivos geométricos e incluso yeserías. Por lo demás los acabados no debían ser muy diferentes a los que suponemos para la Alcazaba, en la mayoría de los casos los muros recibirían un enlucido bastante sencillo para evitar la afección de la humedad del que sólo se han detectado algunos restos en espacios interiores que estarían menos expuestos a las inclemencias del tiempo, suponemos que los huecos abiertos al exterior no serían muy abundantes, aunque parece que el edificio del sondeo 1300 contaba con dos puertas, cosa que en absoluto se puede considerar excepcional. La existencia de patios permitiría la apertura a estos espacios de un mayor numero de ventanas, aunque no contamos con ninguna evidencia de su existencia. En cuanto a la cubierta también estaba realizada con tejas, el volumen de este material procedente de los derrumbes sugiere que al igual que pensamos para la Alcazaba la cubierta estuviese realizada a dos aguas. Tampoco hay ninguna evidencia que sugiera la existencia de más de una planta, a no ser la mayor profundidad que alcanzan los muros. No obstante los niveles de derrumbe han sido erosionados por el agua de escorrentía hasta la altura de la cabeza de los zócalos de los muros con lo que no se puede calcular un volumen de tierra que permita comparar unas estructuras con otras en búsqueda de diferencias que arrojen luz sobre este aspecto.
Por lo que sabemos habría edificios que se escaparían de esta descripción, empezando por la misma mezquita aljama, sea o no sea el edificio cuyos restos vio Manuel Gómez Moreno, los edificios de carácter religioso, semiprivados que cita el rey zirí ‘Abd Allah, o un muro de sillares de grandes dimensiones en la vega, del que nos informa Gómez Moreno sin aventurarse a dar una interpretación ni una cronología. El muro de sillarejos del sondeo1400, E-3, también supone una diferencia, por el trabajo y la regularidad de los materiales constructivos. No obstante el alzado del muro estaría realizado fundamentalmente en tapial, como las demás construcciones documentadas, también el suelo parece de tierra aunque es posible que lo que hemos localizado sea una preparación para un suelo de losa.
Las infraestructuras urbanas parecen más desarrolladas que en la Alcazaba, no insistiremos más en el sistema de qanats, del que poco se puede añadir. Tenemos constancia de la existencia de un pozo ciego, excavado en el sondeo 1500 y que debemos de relacionar con el CE-1 del sondeo 1200, y en la intervención en el Cerro de los Cigarrones se sacó a la luz un aljibe al que se dirigía una canalización de tejas unidas con un mortero de cal.
Hay dos razones que parecen explicar las diferencias existentes entre la alcazaba y la madina. La primera salta a la vista, es la diferencia del relieve. Si bien la zona donde se ubica la madina tuvo mayor pendiente originalmente, ésta era, no obstante, muy suave y no impedía la construcción de grandes edificios. En el cerro por el contrario las dimensiones de las edificaciones se han visto limitadas por los espacios que la pendiente dejaba libres y se ha tenido que realizar previamente un trabajo de aterrazamiento que en las estructuras del sondeo 3100 es considerable. En segundo lugar hay que tener en cuenta que el desarrollo de la madina, por lo menos la parte que conocemos por el momento, es posterior a la construcción de la alcazaba. Si bien la zona situada a los pies del Cerro de “El Sombrerete”, el área 5000 parece que ha estado ocupado contemporáneamente a la alcazaba(105), la cronología del edificio documentado en el sondeo 1100 en 2006 difiere. La mayor parte de la cerámica procede de rellenos de construcción, destaca la presencia de un fragmento de ataifor vidriado en verde y blanco incluido a forma de ripio en la E-1, que habría que datar en el siglo X, unido a la presencia generalizada de ataifores, estos vidriados sobre todo en melado manganeso, y a una homogenización de los tipos, conduce a una datación en la segunda mitad del siglo X(106). Para ese momento es probable que la alcazaba estuviese ya abandonada. Todavía carecemos de un estudio detallado de los materiales recuperados en los sondeos excavados en la campaña de 2007. No obstante parece que la cerámica de los niveles de abandono es bastante tardía, de finales de los siglos X y principios del XI, corresponderían por tanto a la ultima fase de ocupación de ciudad antes de su traslado a Madina Garnata. En contraste en los derrumbes aparecen materiales tardorromanos que hay que considerar como procedentes de la tierra empleada en la construcción. Hay una fase en el sondeo 1400, fechable en el siglo VIII o IX, en las que están excavados los dos enterramientos pero sin ninguna estructura asociada. Se caracteriza por la presencia de vidriados monocromos, algunos defectuosos y sería coetánea a la ocupación de la alcazaba(107).
La ciudad parece dividida en dos partes. En una está representado el poder estatal, que se situaría en la Alcazaba y otra de los ciudadanos. La relación entre ambos se establecería partir de la mezquita aljama, que se situada en un espacio intermedio entre las dos zonas anteriores dinamizando la vida urbana(108). Así en Madinat Ilbira nos encontramos la alcazaba y la Mezquita que se fundarían a mediados del siglo IX y en torno a las cuales se organizaría posteriormente la ciudad, que como hemos comprobado parece desarrollarse a lo largo de los siglo X y principios del siglo XI, antes del abandono de la ciudad en favor de Granada.
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS DE MADINAT ILBIRA
Ángel GONZÁLEZ ESCUDERO
http://www.arqueologia