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«ATARFE: UNA ALQUERÍA MUSULMANA» POR PEDRO HERNÁNDEZ BENITO

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Aprovechando las festividades solemos recordar a los que ya no están con nosotros y por tanto no pueden disfrutar de la celebración. Algo así es lo que vamos a intentar con motivo de las fiestas de Atarfe, recordar al pueblo y sus habitantes en época mora. ¿Pero qué entendemos por moros o árabes?

Cuando hablamos de los moros que dominaron España desde el 711 hasta el 1492 nos referimos a un conjunto de gentes diversas compuesto básicamente por tres grupos: 1, árabes venidos de Arabia; 2, tribus originarias del actual Marruecos llamadas bereberes, y 3, población que vivía en España antes de la llegada de los dos grupos anteriores y que se convirtió a la religión que traían, el Islam. Los tres grupos tuvieron como elementos comunes la religión islámica y la lengua árabe que les sirvió para relacionarse y entremezclarse.

La alquería (al-garya, pueblo en árabe) de Atarfe llamad Al-tarf o Tarf Ilbira (el límite de Elvira, antigua población granadina) se conoce desde el año 1200 aproximadamente, cuando se la menciona en el reparto de las acequias del Genil. Por lo menos desde entonces hasta 1570 (unos 370 años) estuvo poblada por musulmanes, aunque a partir de 1492 también hubo un pequeño número de cristianos y de 1500 a 1502 los musulmanes tuvieron que convertirse oficialmente al cristianismo para poder quedarse. En cuanto al territorio que ocupaba no tenemos datos muy precisos. Sabemos que entonces la población de la Vega estaba más dividida que ahora, en pequeños lugares. Atarfe limitaba con pueblos como Elvira, Abdon, Huécar (posiblemente Torre Abeca), Hotallar, que era independiente de Atarfe, y otros hoy desaparecidos e incluidos en los municipios colindantes.

¿Cómo transcurría la vida de los atarfeños durante la época árabe? La ocupación básica del pueblo era la agricultura, sobre todo el regadío que ellos desarrollaron en la Vega. La Acequia Gorda se construyó entre el 1073 y el 1090 y antes de 1570 también se sacaba agua directamente del Genil en el lugar llamado los Ojos de Huécar. El regadío conseguía dos cosechas al año, pero ayudado por una labor intensiva de la tierra (binas) y también por la sucesión de diferentes cultivos (lino, habas) entre cada cosecha de cereal (trigo, cebada, panizo). La parte norte del pueblo era de secano, todavía no se había hecho el Canal de Albolote y seguramente se barbechaba la tierra un año o dos después de cada cosecha. Además del regadío y secano también se daban la viña y la morera para la cría de seda. La ganadería parece que fue escasa y debió aprovechar los pastos cercanos de Fuente Vaqueros, en aquel entonces un bosque, y algunas dehesas en el término de la alquería.

Las cosechas eran llevadas a Granada, excepto la parte que necesitaban los atarfeños para vivir. Allí se vendían y de allí obtenían los habitantes de la Vega los productos manufacturados que necesitaban. Aunque además existían algunas tiendas, como la de Atarfe hacia 1570, y comerciantes ambulantes (almayales) que iban por los pueblos. También en aquellos tiempos había impuestos y muy numerosos. Los campesinos pagaban por el número de componentes de la familia, las cosechas, las tierras que poseían, el ganado, las herencias, compraventas, etc.

Los vecinos que vivían en Atarfe y sus cortijadas tenían unas necesidades básicas comunes. Gran parte de ellas se satisfacían gracias a los bienes hábices, una institución propia del mundo musulmán. Los hábices eran propiedades donadas (tierras, locales, etc.) para que su fruto fuera dedicado a los fines que el donante fijaba. Generalmente los fines eran religiosos o sociales. Así, en Atarfe las rentas que producían el uso del horno de pan comunal y los arrendamientos de las hazas de los hábices sirvieron para fines como mantener el edificio de la mezquita y sus necesidades de lámparas, esteras, etc. También pagaban y procuraban vivienda al alfaquí, encargado de dirigir el rezo en la mezquita y sabio en la ley musulmana que posiblemente se ocuparía además de la primera enseñanza de los niños, consistente en recitar y leer el Corán. Asimismo se daba limosna a los pobres con las rentas de los hábices, acto que se hacía especialmente en el mes festivo del ayuno, el Ramadán. Aparte de estos fines religiosos había otros sociales. En Atarfe se destinaron tierras hábices para mantener y reparar una aceña o noria. Creemos que se trata de una noria de tiro movida por una bestia que sacaba agua de un pozo para el consumo de los vecinos en 1506. También conocemos en 1570 hazas dedicadas al mantenimiento de la acequia de Atarfe.

Hay otra serie de edificios que no son hábices y que pertenecieron a particulares cristianos en 1570. Sabemos de la existencia de un molino de aceite y un mesón. No hemos podido encontrar ningún testimonio sobre edificios conocidos en otras alquerías de la Vega como baños públicos, tejares o molinos de cereal. Tampoco se citan edificios defensivos como castillos o torres de vigía, excepto la situada en Sierra Elvira. Esto resulta extraño porque eran muy frecuentes las expediciones castellanas por la Vega que destruían los pueblos y quemaban las cosechas, sobre todo de 1400 a 1492.

Un último aspecto debemos tratar al hablar del Atarfe musulmán: el gobierno municipal, las autoridades del pueblo eran, además del alfaquí, un alguacil que representaba el poder del rey de Granada y ejecutaba sus órdenes y un consejo formado por los hombres buenos del lugar, es decir, los que despertaban más respeto entre los vecinos.

Este consejo defendía los intereses de la alquería frente a poderes superiores como el del rey.

Todo el cuadro histórico hasta aquí explicado cambiará de forma considerable cuando los cristianos conquisten Granada. No sólo se impondrá una nueva religión sino también nuevas formas de gobierno economía y distribución de la población.

Estos cambios produjeron que los musulmanes granadinos, convertidos a la fuerza entre 1500 y 1502, fueran considerados por los castellanos como ciudadanos de segunda clase y tratados como tales. En 1568 se rebelan en varias regiones del Reino contra los cristianos. Esto provoca que todos ellos, tanto los sublevados como los que no lo hicieron, sean instalados por la fuerza en otros lugares de Castilla hasta que en 1609 Felipe III decidió su expulsión de todos los reinos españoles.

PUBLICADO EN IDEAL EN «ATARFE EN PAPEL» paginas 117-118

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