La investigación en Madinat Ilbira, y más concretamente hasta ahora el estudio de su cerámica como punta de lanza, nos está aportando dos valiosos tesoros. El primero, quizás más apreciado por los científicos, es el inicio de una propuesta para la historia altomedieval regional de Granada y su entorno
Miguel Jiménez Puertas
José Cristóbal Carvajal López
La investigación en Madinat Ilbira, y más concretamente hasta ahora el estudio de su cerámica como punta de lanza, nos está aportando dos valiosos tesoros. El primero, quizás más apreciado por los científicos, es el inicio de una propuesta para la historia altomedieval regional de Granada y su entorno. Este período del pasado es muy complejo y variado a lo largo de todo el Mediterráneo, de forma que el estudio regional se hace muy importante. En este caso, la Historia se descifra a través de un proceso que va desde lo particular a lo general, y por lo tanto el interés del estudio en Elvira tiene dos beneficiarios: para los granadinos, que han de conocer su propio trasfondo, y para toda la sociedad, que así obtiene datos para revisar y concretar la línea de evolución establecida hasta el momento. El segundo tesoro es de interés más general, porque trata de la Historia misma hecha vida, experiencia valiosa para comprender nuestro propio destino. Y es que, por su propia naturaleza, la Arqueología se dedica al estudio de los restos materiales (entre los que se encuentra, claro, la cerámica), que configuran un testimonio no procedente de los grupos sociales dominantes que podían permitirse la elaboración de una documentación escrita, sino de las actividades cotidianas y necesarias para el conjunto de la sociedad. Ambos tesoros podrán, si se les da la debida difusión, situar al proyecto de Ilbira entre los de mayor interés mundial.
Madinat Ilbira, situada entre Atarfe y Pinos Puente, es un yacimiento arqueológico que abarca como mínimo de los siglos VIII al XI d.C., aunque algunos restos de época romana nos hablan de un primer asentamiento altoimperial (siglos I a.C. al II d.C.). Las excavaciones y prospecciones realizadas en el sitio han sacado a la luz una gran cantidad de fragmentos cerámicos. Pocos de ellos son artísticamente comparables a las piezas donadas por Don Manuel Gómez Moreno al Museo Arqueológico Provincial, que ya presentó en su célebre librito Medina Elvira. Sin embargo, la ventaja del conjunto extraído es que de cada pieza de él se conoce su posición exacta cuando fue encontrada y el método que se utilizó para exhumarla, es decir, están contextualizadas. La obtención de estos datos constituye, hoy por hoy, el objetivo principal de las actividades de intervención arqueológica científica. A través de los mismos, los arqueólogos pueden relacionar las piezas de un yacimiento con el trasfondo histórico y arqueológico conocido, de forma que poco a poco se va dando forma y sentido a un panorama general que explica la Historia misma.
La cerámica es un elemento fundamental en todas las épocas, desde su invención en el Neolítico hasta su sustitución en nuestros días por el plástico. De todos los elementos fabricados por el ser humano en este intervalo de tiempo, es el más perdurable, y sin embargo sus características son suficientemente flexibles para que cada sociedad deje en ella unas huellas propias. Esto la convierte en el fósil director perfecto, el indicador por excelencia de las distintas épocas y culturas. Pero el valor de la cerámica va mucho más allá de eso. Debido a lo relativamente sencillo y barato de su proceso de fabricación, las piezas de barro cocido se encontraban presentes en todos los aspectos de la vida cotidiana de los diferentes grupos sociales, desde las cocinas de los hogares más humildes hasta las bodegas de los barcos destinados al transporte de los productos de lujo a largas distancias, por lo que resulta muy ilustrativa de gran cantidad de actividades económicas.
La cerámica de Madinat Ilbira ha comenzado a ser estudiada bajo estos presupuestos. Su investigación nos ha permitido apreciar una evolución perceptible a través de diferentes etapas en distintos puntos del yacimiento, un desarrollo del que hasta ahora sólo podíamos suponer a partir de la extrapolación de datos desde otros puntos. Este desarrollo nos informa del proceso de formación de al-Andalus a partir del reciclaje de elementos culturales provenientes de las últimas etapas del imperio romano y sobre todo a partir de la dinámica interna propia de la sociedad islámica en la que el territorio de Madinat Ilbira, nuestro territorio, estaba inserto. Las cerámicas más tempranas que hemos localizado nos muestran los intentos de síntesis cultural que se hacían tanto desde la sociedad islámica conquistadora como de la tardorromana sometida. Los ejemplos más tardíos dan idea de los resultados de estos procesos en los siglos X y XI, una cerámica que en sus aspectos esenciales continuaría en el posterior reino de Granada. Este tipo de testimonio es esencial para el conocimiento de la historia de Granada y de la Historia de la Humanidad, además de un ejercicio de comprensión del que nuestra época está tan necesitada. Conocer las circunstancias en las que se han producido los encuentros y las síntesis de diferentes culturas y en qué medida ello ha mejorado o empeorado la condición de vida de los seres humanos es sin duda importante para el día de hoy, en el que el fenómeno está generalizado y las incertidumbres ante el extranjero y el extraño nos asedian.
Quedan aún muchas posibilidades de estudio de la cerámica y del resto de los materiales que se han hallado y se hallarán. Las actuaciones en Ilbira proseguirán, y sin duda se extraerán del yacimiento elementos que servirán para reforzar, concretar y difundir la importancia de la temática de la que hemos hablado. Los arqueólogos trabajaremos con la misma ilusión siempre, que es la de ofrecer a la sociedad el conocimiento que sirve para elegir el camino más acertado en cada momento. Y por supuesto, siempre dependeremos, al igual que los alfareros, de la aprobación de la sociedad, de sus instituciones representativas, para dar validez a nuestra actividad.
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* Artículo aparecido en el diario “La Opinión de Granada”, el martes 25 de septiembre de 2007; p. 25
30/9/07